Estamos en el balcón del hotel
y me pido una copa de vino;
Ana solo bebe agua.
Ella sueña con que algún día
cuando yo muera
le quede algo vivo de mí.
Luego canturrea distraída
mientras mira su teléfono.
Yo quiero otra copa,
pero no la pido.
Mi sangre ya está condenada
y el futuro me parece oscuro
como el mar al anochecer.