Seamos felices

Seamos felices, amor,
aunque la vida canse
y el mundo duela. Seamos felices
por un interminable minuto
y escapemos de la cárcel del tiempo
de su absurdo
de su fatal augurio
de su melancolía.
Despojemos nuestra piel
de todo sedimento tóxico
que envenena la memoria y salgamos
(desnudos de nombres) a lucir nuestra alegría.
Haz volar tu falda como si fuera nueva,
yo haré lo propio con mi alas de ave marina.
Hoy, ser feliz, es un acto de rebeldía,
y cuando te veo así de triste
solo pienso en levantar trincheras
con cada nuevo poema. Seamos felices
y no pensemos en otra hoguera
que la inflame nuestro pecho. El mundo,
si quiere, puede arder en ella.

@raulvelascosanchez

NACEMOS AMANDO

NACEMOS AMANDO la vida
porque ésta
es exploración,
es aprendizaje,
es juego.
Por eso todo el mundo sabe
lo que es el amor:
la palabra,
el sentimiento,
el acto,
la semántica de sus miradas,
su dolor… Quizás no sea
el mejor de los argumentos, pero
es que cuando te digo que te quiero,
no necesitas entenderme,
solo creer que mi corazón es un hogar
donde echar raíces, si dentro de ti
habita una llama viva y libre
que repite mi nombre en su lengua de fuego.

@raulvelascosanchez

Poética.

«La poesía debe ser cruel, hasta la más bella.» Joan Margarit 1938-2021. D.E.P.

LA POESIA DEBE SER IMPLACABLE
como el foco de un interrogatorio,
atenta a iluminar la verdad oculta
tras las máscaras de la existencia;
su relato de misterio es la prueba definitiva
de que dentro de esta cárcel de cristal
el alma es una pregunta en busca de autor,
viva hierba que espera el deshielo,
canción de sombra y fuego,
como un destello fugaz en la noche
nos dará una idea de hasta donde
se extiende nuestra oscuridad.

@raulvelascosanchez

La guerra por dentro

La guerra es por dentro, sigue a tu instinto.

Che Sudaka.

Llevamos la guerra por dentro,
todos,
casi sin excepción.
La paz interior no es más que un armisticio
fugaz,
como un relámpago,
que ilumina por un instante
lo que fuimos, lo que somos
y lo que deseamos ser.
Dura solo un instante, el tiempo suficiente
para que podamos reconocernos antes de la penumbra.

SOBRE EL AMOR Y EL ARTE.

Solo el amor y el arte nos sitúan
en el ahora
con todo lo que eso implica:
la consciencia plena de ser quién eres
(de todos aquellos que te forman)
para poder centrarte en lo que sientes
con todas sus consecuencias.
No existe el lugar adecuado,
ni el momento concreto,
solo la certeza de estar ahí
haciendo lo que quieres hacer.
Todo lo demás: las facturas, los quebrantos,
los platos del fregadero,
los inconvenientes de lo cotidiano…

…pueden esperar.

A tumba abierta.

Recuerdo que mi infancia no fue triste,
tampoco leía mucho más que cómics,
pero siempre que un compañero tenía hambre
le daba un trozo de mi bocadillo.

En cambio, hoy en día,

como dice Chesán: toda persona
es una prisión de banalidades.
Defendemos la cultura
como una trinchera vacía,
ajenos al hambre y al dolor,
al precio absurdo del alquiler,
o de la luz, como si viviéramos
obsesionados con el valor de la muerte.

Así, a tumba abierta, escribo con el fin
de que mis versos sean una fuerza viviente, una voz
en un océano de experiencia colectiva,
que aunque no sacie el hambre, ni calme la sed,
traspase las paredes y las pantallas,
los barrotes de nuestra celda voluntaria,
para decirte: no estás sola.

La camisa azul

La ropa no tiene alma, pero
cuando ella está triste
siempre se pone esa camisa azul,
incluso en verano,
cuando lo lógico
sería llorar desnuda.
Como un ventrílocuo
le presta su voz a la cosa, hace
que hable por ella, que grite por ella,
como una elegante bengala de auxilio.

Cuando está alegre, en cambio,
se pone vestidos, blusas, pantalones, sudaderas
como si el fondo de armario no tuviera fin…
Sé que esa camisa triste,
refleja su soledad monocromática,
su silencio de lluvia, el otro lado del espejo
y que siempre estará con ella. Pero
me quedo con que la alegría
no necesita que hablen por ella, por si misma
se expande, conecta con el otro,
como si fuera viral.
La alegría
a veces lo pienso
es un meme de gatitos.

@raulvelascosanchez

Sobre la libertad.

No creo en la libertad. Me siento
preso en un cuerpo cansado
encadenado al tiempo

y al sistemático sinsentido
y sin embargo opto

cada día

por la bondad.

Lo cierto es que me da vértigo pensar
que entre tanta elección cotidiana
hay tanto de uno

como de los otros;

al fin y al cabo, somos
una soledad acompañada,
una pequeña burbuja

entre la espuma.

Solo me consuela pensar
que tenderte la mano me libera
porque me acerca más a ti. Ahí,
precisamente, reside el dilema:
¿De qué sirve
tener un precioso jardín
si no puedes regalar:

el aroma de sus rosas,
la frescura de su sombra
o el calor de sus estíos?

Con el alma humana

pasa más o menos lo mismo:

no somos lo que tenemos,
nada nos pertenece (para siempre),
somos un conjunto de decisiones que

libres o no

pueden quedar grabadas
en los ojos que nos miran.

Un ser exacto a ti.

Admiro a Raymond Chandler
y me encanta la mordacidad de Iribarren,
la serenidad de Benedetti,
o el dulce descaro de Cortázar.
Me hubiera gustado tomar un vino con Lorca,
irme de juerga con Rimbaud y Verlaine,
tomar un té con Emily Dickinson
y una botella de Ginebra con Silvia Plath.
Compartiría mis ansiolíticos con Pizarnik,
sería secretario de Neruda u Octavio Paz,
me dejaría cultivar por Baudelaire
y me exiliaria con Cernuda o Max Aub.
Eso sí, si pudiera elegir ser poeta por un día,
quisiera ser Ángel González. A través de sus ojos
lo efímero se hace eterno
y la vida -esa contradicción-
implica morir muchas veces. Ángel,
si yo fuera dios y tuviera el secreto,
haría un ser exacto a ti.