Debería de ser fácil,
cómo distinguir en un mapa la península ibérica,
dejar de mirarse el ombligo,
su vórtice fetal,
para ver a un otro, a tu lado,
que te necesita.
Pero más allá de una instrumentalizante otredad,
nos relacionamos
como paramecios insatisfechos,
tan encerrados en el (yo)
que la evolución se torna entelequia.