Las heridas solo se reabren
porque nunca han estado del todo cerradas,
podía parecer que el tiempo y el silencio
habían curado los tejidos, pero los años
solo cubrieron de polvo lo inefable,
como un libro
oscuro
relegado
a los estantes del olvido.
Señalar
así su situación
es cosa de médicos o historiadores,
mas, en cualquier caso, se trata
de un ejercicio quirúrgico de memoria.
Dar un lugar a lo innombrable
resulta un descanso para la vida,
porque los muertos
no tienen heridas. A decir verdad,
no tienen nada.