No nos basta.

No nos basta con contemplar
la irremediable finitud de los días,

su oscura profecía.

Ni siquiera percibir
cómo lentamente
la sangre va adquiriendo
un negro hedor a futuro y muerte.

Las alarmas desatadas
chillan como bebés condenados
a una yerma rectitud de cruces sin nombre.
Pero la gente sigue ahí,
embotelladas en sus casas,
como luces que esperan
que nadie las apague

cuando llegue el alba.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s