A veces, miro a los niños, esos
que nunca tendremos, amor.
Y no me siento aliviado.
Ser padre no entra en mis planes,
pero contemplar tanta vida,
rescata del olvido a aquel otro niño,
ese que ahora se recuerda trepando a un árbol, jugando
a las canicas, al pilla pilla y hacía de portero en el recreo.
Es inquietante pensar que nada cambia, que
desde aquellos años tempranos
me persigue la muerte y que ahora,
a diferencia de entonces, fumo como un carretero.