Asistí a esa violencia otra vez…
No era mía,
pero me incendió,
como se incendian los bosques en verano,
por el trasluz de un cristal,
por el último brillo de una colilla…
¿Y qué hacer cuando te entran ganas de matar,
cuando la rabia es más fuerte que un poema o un compromiso,
cuando el aire no entra en los pulmones
ni se abre camino en la jungla de asfalto sino es a cuchillo?
Si os digo la verdad, no lo sé,
por eso me lo pregunto.
Porque cuando no hallo respuestas
escribo.