Como un cigarrillo que se consume en el cenicero,
la espera de tus labios se vuelve humo y cenizas;
algo de materia orgánica y…
Otro algo
que desea elevarse
para mirarnos desde arriba.
Lo cierto es que te echo de menos…
La tarde se quema entre mis dedos
mientras añoro tus manos pequeñas
dibujando interrogantes sobre mi espalda y
tus ojos brillantes y redondos,
como dientes de león, devorándome.
Supongo que estoy triste,
que estoy triste y te quiero,
que me arrepiento de haber sido tan yo
para no ser capaz de pensar en un nosotros.
Por eso te pienso,
desnuda ante mí,
para poder decirte lo que siempre callé.
Por eso te sueño,
amándome otra vez,
porque no quiero despertar.