Leer poesía debería hacerse siempre en voz alta,
es lo que requiere para estar a su altura.
El silencio es para la creación, para la duda,
para una soledad desangelada.
Por contra, un poema leído
es una celebración de lo emocional,
como aquel que exclama al ver un viejo amigo
deberíamos dar constancia de que esas palabras
fueron escritas especialmente para nosotros
cuando no sabíamos ni leer.