Fotografías

La realidad nunca es una, siempre
tiene más caras que un poliedro. La soledad,
por ejemplo, duele más cuando es contigo,
cuando nos hablamos como si fuéramos
dos extraños agotados de la vida,
esperando reconocer en el otro
un poco de esa ilusión pérdida,
de esa esperanza que inflamó los cuerpos.
Es una de esas verdades inasibles,
como percibir la agonía de lo cotidiano
y la desconfianza en la rutina;
somos así dos almas conectadas por la distancia
y por un tiempo que ya no les pertenece,
que dejó de ser nuestro cuando el reencuentro
se reveló fugaz
como un recuerdo atrapado en una fotografía.

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