La palabra y su sombra
son a veces igual de oscuras;
un río negro que inunda la piel
con las cenizas del presente,
hasta agrietar los huesos,
y convertirlos en raíces.
La palabra y su materia
son a veces igual de inertes;
una roca que no atiende
ni a dudas, ni a certezas,
hasta que el tiempo la reconoce
con la luz de su verdad.
La palabra y su futuro
son a veces igual de inciertos;
flotan a la deriva
sin nada a lo que asirse,
hasta que alguien las encuentra
y se rescatan mútuamente.
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