La verdad no existe
y si existiera
se ocultaría tras las máscaras de lo fugaz.
El tiempo, los ríos, el azar
y su música impredecible
improvisan un baile
al que todos estamos invitados,
una danza de olas polvorientas y ceniza,
la coreografía del mundo,
la decadencia de su naufragio.
Solo algunas notas insólitas
como carcajadas desesperadas
sorprenden con la alegría de su tono
rompiendo la maldición de su estructura.
El espectáculo de la vida debe continuar…
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