Círculos.


Hay círculos que no encierran 

y abren el alma para que entre aire fresco.

Círculos donde cabe la diferencia,

las múltiples diferencias que resultamos en ocasiones; 

que son núcleo y vórtice, 

inicio, camino y meta.

Círculos que cobran sentido por nosotros,

por ellos,  por los que nunca tendrán voz,

ni estarán en ningún círculo.

Círculos que nos conforman

desde la compleja sencillez de su periferia,

esa madeja de palabras con la que hilamos el futuro, germen de encuentro

más allá de cualquier perspectiva. 

Círculos que son bandera y regalos

y que precisamente por eso convertimos en presente.

Círculos, al fin y al cabo, 

que no encierran, que abren el alma 

para que habite la esperanza.