Para Octavio Paz
Amar era desnudarse de los nombres;
deshojar entre las sábanas
las flores de tu sonrisa, hasta que
no quedaran más pétalos por arrancar que
un nosotros palpitando
al ritmo sereno del amanecer.
Cuando la noche viste de sudor
nuestras miradas felinas
descubro que no hay poema que trascienda
pues no somos más que la suma de dos deseos
rendidos a su suerte.
Como dos barcas que se cruzan en su deriva o
dos personas anónimas
buscando a tientas un porqué.