A veces sueño con ellos. Que una vez estuve allí, en su mesa.
Ellos, por si aún no lo saben, están, aunque pocos los han visto,
reunidos como se reúnen los lobos
antes de lanzarse a por su presa. Se
camuflan en el secreto, en el valor de su alcurnia,
en los trajes de sastre y en las carteras llenas.
Van a hoteles o palacios,
donde en grandes salones discuten
sobre temas importantes:
¿Quién gobernará allí? ¿Cómo derrocar al de allá?
¿Qué haremos para sofocar o domesticar a ese pueblo
que grita cansado de hambre y justicia?
Son temas serios. De gente seria que
no les tiembla el labio al dar una orden.
A veces sueño con ellos. Quizás
sean reyes o reinas o bufones
que hacen sus piruetas de papel
para el deleite de sus amos: la oligocracia del mundo neoliberal
donde el resto
a lo sumo
aspiramos a ser mascotas obedientes
cachorros graciosos haciendo monerías
en el escaparate global de internet.
A veces sueño con ellos. Que estoy en su mesa
y me aterra no ser un kamikaze o una bomba de hidrógeno
para explotar desde dentro. Pienso que así
soñaría con otro mañana, con enjambres,
fuentes, jilgueros, hierba fresca y
con un poco de suerte
tu mirada despierta sembrando futuros
sobre la arena.