Ojalá.


Párpados de arena negra

cristalizan la noche en un suspiro
imperceptible. Tu piel parece una luna
suave y redonda, una luna blanca
como la aurora fría de un amanecer de enero.
Te siento tan frágil, tan difusa
como un diente de león frente al vendaval.
Pero no es así. Nunca es así.
Tras los enigmas que esconde el silencio
tu mirada invita al futuro a jugar
una rayuela dibujada sobre el abismo.
Primero un pie, luego otro. Salto a salto
vuelves a suspirar.
Yo le doy una calada al cigarro y
exhalo el humo lentamente. Te miro.
Te miro y comprendo:
que los suspiros, en ocasiones, suenan igual que un ojalá.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s