Los platos por fregar pueden esperar a mañana,
esta tarde es nuestra y la noche
escribirá nuestro nombre solo para nosotros.
Por mucho que algunas rutinas nos sujeten
a la tierra como viejas raíces,
prefiero volar por tu cuerpo desnudo,
hacerme viento hasta desordenar tu cabello,
volverme fuego para que ardan nuestras miserias.
Este es nuestro juego. Volar, arder, renacer
en las cenizas de estos días grises.
Porque cuando el silencio enfanga mis alas
y el hielo escarcha mi rostro de azul,
eres tú la que me libera,
con la destreza de tu sonrisa,
hasta hacerme volar, arder y renacer contigo,
siempre contigo.