como músicos del Titanic,
tocando un último vals
antes de hundirnos
en la noche y su silencio.
Deja que te interprete
las notas más cálidas ahora
mientras aún estamos a tiempo y
tu piel se torna
el atlas perdido de mis sueños.
Deja que me sumerja en la melodía
escapando de la aurora y su escarcha,
de la herida que abren los fantasmas
cuando nos separa más el orgullo
que la distancia.
Deja que me calle al fin
y las sabanas se incendien
con unos últimos acordes desesperados
hasta que desaten el fuego del deseo y ardamos en húmeda hoguera.
Sé que tal vez te pida mucho
o quizás pienses que no es gran cosa.
Pero mi latido marca el instante,
allegro ma non troppo.
.