Esta mañana Cenicienta
llega tarde al baile y a la vida.
Blancas cortinas ocultan
su tristeza e inquietud.
Ya no pisa con entereza.
Perdió entre telas de araña
la melodía que silbaba su reflejo,
siempre o casi siempre
atento a estas sutilezas.
En los páramos de química
dónde se perdió hace ya mucho
ya no reconoce a su sombra,
ni al ave marina. Todo aquello
quedó atrás, encerrado en libros
olvidados
en algún estante de la memoria.
El cristal quebrado de sus zapatos
abre las cicatrices
como aliento desgastado o insectos
en plena revolución.
Una vez derrocadas las ilusiones
su imaginación se sostiene
precaria
como una funambulista sobre el cable
incierto//////////y vacío
del pensamiento.