El odio.

Exhaustos de dolor y muerte,
ya no nos escandaliza casi nada.
Los medios gritan sus proclamas y el odio,
que es un perro encadenado,
      un perro torturado,
           que no se atreve a morder a su amo,
crece y nos congela el alma de indiferencia.
Si por lo menos se callara el ruido
podríamos escuchar el silencio.
Él, que conoce cómo nacen las lágrimas,
tal vez nos cuente
nuestra propia historia.

@raulvelascosanchez

La casa grande

La casa grande y tranquila
como una luna hospitalaria
como una luna.
El televisor iluminaba la sala de estar,
mis padres aún dormían.
Temprano aprendí
a disfrutar de esa soledad acompañada,
de historias sencillas
donde los buenos era buenos por lo que hacían
y los malos…
Los malos eran interesantes por cómo hablaban.
Yo asistía fascinado
a esos relatos de infancia,
para mí eran reales
sólo porque alguien me los contaba.
A veces, cuando mis padres se despertaban, absorto
o abducido, no les daba ni los buenos días.
Pasados los años y varias reformas
la casa sigue siendo grande y tranquila
como una luna hospitalaria,
como una luna,
donde soñé que era astronauta y comprendí
que los mejores cuentos
nunca se olvidan.

@raulvelascosanchez

Reflexiones.

Con el paso del tiempo cada vez hablo peor y eso que antes daba conferencias. Preso de la duda, renuncié a las certezas para volar más alto y así escapar de la cárcel del lenguaje. Hablo de una renuncia a los dilemas mundanos, a esas conversaciones de barra de bar o tertulia literaria, de una forma más callada de estar en compañía, para poder sentirme menos solo. Como en una huida calculada ante la abrumadora falta de información siento una agónica apatía ante los grandes discursos, sobretodo los excluyentes. Sólo cuando escribo conecto con algo realmente propio, como esporas que germinan en la noche oscura que me habita. Hablo de algo parecido a un logos precario, frontera entre lo no dicho y todo aquello que observo, cada vez con menos interés. Al final acabo pensando que, vistas de cerca, las personas solo son el eco de sus palabras, el constructo de una repetición que se desvanece en un cielo de silencio. Si no fuera por la risa compartida, por su fuerza liberadora, creo que hace tiempo que yo también habría desaparecido en un mar de niebla. La risa es lo que mejor me conecta con el otro, porque es el nudo principal que me ata a la vida.

Seamos felices

Seamos felices, amor,
aunque la vida canse
y el mundo duela. Seamos felices
por un interminable minuto
y escapemos de la cárcel del tiempo
de su absurdo
de su fatal augurio
de su melancolía.
Despojemos nuestra piel
de todo sedimento tóxico
que envenena la memoria y salgamos
(desnudos de nombres) a lucir nuestra alegría.
Haz volar tu falda como si fuera nueva,
yo haré lo propio con mi alas de ave marina.
Hoy, ser feliz, es un acto de rebeldía,
y cuando te veo así de triste
solo pienso en levantar trincheras
con cada nuevo poema. Seamos felices
y no pensemos en otra hoguera
que la inflame nuestro pecho. El mundo,
si quiere, puede arder en ella.

@raulvelascosanchez

Cuando era niño

Cuando era niño
no pensaba que en la alegría
pudiera habitar tanta tristeza…
En tu naturaleza de castillo pirotécnico
se ejerce una tensión entre la luz más hermosa
y una densa oscuridad de tiempo perdido;
como si corrieras tras el viento,
intentando agarrar el pasado,
te cobijas en el recuerdo, en su nada,
hasta que el silencio se vuelve palabra
y la palabra, como un pájaro de fuego,
ilumina la noche y aleja los fantasmas.

@raulvelascosanchez

Evocación

Me has recibido con mi camisa blanca
(sin abotonar)
como una diosa poderosa y terrible.
Tu cuerpo ha sido y será
la encarnación de mi deseo,
un océano donde navegar sus olas
sea la medida de mi tiempo, pero
lo que amo por encima de todas las cosas
es que tras devorarnos en un incendio efímero
nuestra alma es transparente
como una ventana al futuro. Es entonces
cuando nos basta con un instante
para soñar toda una vida juntos.

@raulvelascosanchez