Para amarte como te amo
no necesito apenas nada:
los libros apilados,
dos tazas de té por las mañanas,
unos pocos cigarrillos que fumo observando
la página en blanco y tu cuerpo desnudo
marcando el ritmo suave del cursor.
Necesito, en cambio,
que nos miremos más allá de la piel
y me ames como te amo
sin que importe el reloj y sus marañas,
sólo un aquí y un ahora eternos
te pido,
para que siempre seas tuya
y a ratos
compartas conmigo el placer de haber creado
un símbolo definitivo
de libertad.