Te observo
desde hace tiempo,
cactus hendido, deformado,
con tus púas caídas
sobre la tierra seca. Tu cuerpo
era tan joven, tan tierno,
que el contacto de la mano
humana, hundió tu piel
en el pozo de la incertidumbre.
¿Estarías vivo
o
estarías muerto?
Sólo el tiempo respondería,
sólo el tiempo
y tu obstinación por sobrevivir.
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