A los cretinos se les reconoce
por su máscara de prepotencia, por su carencia
para identificar la trayectoria de una estrella fugaz
y la insignificancia que representamos.
Enamorados de lo mítico
buscan en la realidad una justificación a lo simbólico,
porque nunca han comprendido la realidad
y nunca se han puesto en el lugar del otro.
Son naturalmente narcisistas,
como si sus heridas existieran
sólo para justificar su odio; y por supuesto mienten
en su arrogancia estúpida
cuando dicen que el mundo
necesita de un padre para perdonar
lo que el amor ha escrito con letras de sangre.