No sé si las fronteras que un día levantamos
frente a nuestra mirada lejana
dejaron este rastro de culpa,
esta mueca triste y estúpida en mi orografía.
Tantas heridas abiertas, tantas mentiras
como ríos
erosionando los valles y las mesetas.
Tantas, tantas…
Sólo me queda volar sobre el viento,
negar el pasado una y mil veces,
convertirme también en agua
en furia, en lamento.
Para que nadie sepa de mi
y yo
sólo vea en ellos
a una parte equidistante
entre la memoria y el olvido,
esa tierra de nadie: mi exilio.