El odio.

Exhaustos de dolor y muerte,
ya no nos escandaliza casi nada.
Los medios gritan sus proclamas y el odio,
que es un perro encadenado,
      un perro torturado,
           que no se atreve a morder a su amo,
crece y nos congela el alma de indiferencia.
Si por lo menos se callara el ruido
podríamos escuchar el silencio.
Él, que conoce cómo nacen las lágrimas,
tal vez nos cuente
nuestra propia historia.

@raulvelascosanchez